VIDEO MOTIVACIONAL

ENCUESTA: ¿En una persona con una enfermedad terminal debe sugerirse el suicidio asistido?

ENCUESTA: ¿Consideras que el aborto debe legalizarse?

ENCUESTA: ¿Cúal de las 7 especialidades de Enfermería te interesa?

Enfermera Marplatense Cuenta su Experiencia en el Terremoto de Haití

Rosana Carolina Rosales estuvo en Haití el día del terremoto. Narró a LA CAPITAL cómo su vida corrió peligro y cómo junto con 45 argentinos fueron los primeros en atender a las víctimas.
Rosana Carolina Rosales tiene 35 años, pero ella no lo cree, porque afirma con un dejo de emoción que en realidad volvió a nacer hace exactamente 21 días. Esta enfermera y radióloga, integrante de los "cascos azules" de las Naciones Unidas, fue la única marplatense que estuvo durante el terremoto de Haití, registrado el 12 de enero, y permaneció en la capital del país centroamericano, Puerto Príncipe, durante otros 14 días, hasta regresar a la casa de sus padres en Mar del Plata. En todo ese tiempo, dedicó su vida, como sus 45 otros compañeros- entre los que también había otro marplatense, el capitán Marcos Saboia- a atender a las víctimas del desastre, la pobreza y la desolación que han sido características endémicas de Haití incluso antes del terremoto.
Uno de los hechos que destacó Rosana con más ahínco fue que "el hospital reubicable argentino fue el único de otra nación que estuvo allí, con sus puertas abiertas, para atender a los cientos y cientos de heridos, que fueron llegando tras el terremoto". Y destacó: "lo peor de todo es que no teníamos los insumos mínimos como gasas, hasta tres días después del hecho, cuando llegó el avión argentino, e igual, con los medios precarios nuestros profesionales salvaron vidas".

Antes del terremoto

- ¿Cuando llegaste a Haití?
- En agosto de 2009, y permanecí allí durante seis meses (hasta el 26 de enero de 2010). Soy personal profesional civil de la Aeronáutica (radióloga y enfermera). Fui por segunda vez como voluntaria, integrando los "cascos azules" de las Naciones Unidas (ya había estado en 2007). Estuve destinada al hospital reubicable de Puerto Príncipe, pero como enfermera.
- Al regresar ¿cómo encontraste a ese país?
- Algo cambiado. Estaba mejor. Tenía luz eléctrica, servicio con el que no contaba hacía dos años. La capital estaba más linda. Antes, sólo tenía luz la gente rica, porque contaba con sus propios generadores. En Haití hay gente muy adinerada y otra muy pobre. Nuestro hospital, alrededor del que vivíamos nosotros, estaba ubicado en una especie de barrio frente al aeropuerto, donde se encuentra la base logística de las Naciones Unidas y otros batallones.
-¿Qué tarea cumplían en el hospital?
- Dada sus reducidas dimensiones (12 camas) estaba dedicado exclusivamente a atender a la gente que trabaja para Naciones Unidas, no a los haitianos. Es un establecimiento de mediana complejidad en el que se podían hacer operaciones menores y atención clínica en general.
- ¿Cuál era la situación de la salud y la calidad de vida de los haitianos?
- Todo era muy precario. No tenían prácticamente nada. Los que tenían que proveer de insumos eran los del gobierno haitiano. No sé si lo hacían en la medida de lo que hacía falta.
- ¿Contaban con agua?
- En la ciudad no hay agua. Nosotros teníamos una planta potabilizadora.
- ¿Cómo era la vida de ustedes en Haití?
- Muy tranquila. Hacíamos nuestra tarea. Habíamos tenido algo de trabajo con el avión uruguayo que se cayó y con un camión que volcó llevando 20 personas. Pero después, todo normal. Lo que sí resultaba muy estresante era estar lejos de nuestra familia y nuestros hijos (se refiere a sus dos niñas, Tamara, 12 y Candela, 5). Igualmente, el tiempo se pasa rápido.
-¿Tenían contacto con la niñez de Haití?
- En general, no. Nosotros sólo atendíamos al staff de Naciones Unidas. Pero sí nos contactábamos con los chicos del orfanato que apadrinábamos. Cada batallón lo hacía con uno de estos establecimientos. Sucede que hay muchos chicos huérfanos porque la gente en Haití debido a la vida de privaciones de todo tipo que lleva, envejece más rápidamente y muere joven. No es raro ver a una persona de 40 años que parece de 60.
- ¿Cómo es el haitiano medio?
- Es gente muy inteligente, con gran capacidad de resolver rápidamente y sin medios situaciones difíciles. A pesar de no tener nada siguen persistiendo. El idioma que hablan es un dialecto francés, que se denomina "creole", inglés y aprenden velozmente el castellano. Lo que más rápido que aprenden a decir es "dame un dólar".

El día del terremoto

- ¿Cuál fue tu actividad el 12 de enero?
- El día anterior, había entrado de guardia a las 8 de la mañana, y a las 8 del 12 dejaba de trabajar. Chateé con mis padres como lo hacía siempre, y les dije que estaba muy cansada y que me iría a dormir a mi habitación, seguramente hasta la tarde. Y así lo hice, me acosté en la cucheta que tenía asignada, pero dormí poco más de tres horas. A las 11.30 me desperté, y algo que nunca hacía, me levanté, y esperé mi horario para ir a comer. Y escuché el comentario de algunos de mis compañeros que tenían listo un vehículo para ir al supermercado.
- ¿Quedaba lejos de allí?
-Para ubicarnos, más o menos, como si fuera del centro al Puerto. Además, hay que tener en cuenta que en Haití las calles no son como aquí, formando paralelas. Allá se distribuyen en una especie de espiral, por lo que hay que ir bordeando los extremos. Como yo al otro día estaba de nuevo de turno, y ya faltaba poco para volvernos, me atrajo la idea de sumarme a la media docena de compañeros que iban al supermercado.
- ¿Citás este hecho porque tiene un significado importante, no?
- Claro. Gracias a que fui al supermercado, no perdí la vida o sufrí una grave lesión, ya que parte del lugar donde dormíamos sufrió los efectos del terremoto. En donde yo dormía cayó un ropero.
-Volvamos al supermercado...
- Mientras estábamos adentro del negocio, comenzamos a sentir un pequeño temblor, y de pronto el piso pareció levantarse medio metro y comenzó a caerse todo a nuestro alrededor. Como pudimos salimos corriendo hacia la entrada del local. Eran las 16.49 cuando llegamos a la puerta. Pero no lo hicimos todos. Por eso, los que estuvimos antes, esperamos a los otros. La última en salir, porque había ido a buscar unas gaseosas era mi amiga Natalia Esquiderqui (hija de un juez chaqueño). Por suerte salió y nos fuimos todos a una especie de playa de estacionamiento. El temblor más intenso duró 30 segundos. Después se sucedieron otros menores tanto ese día como los siguientes. Pero este fue suficiente para que miles de personas murieran aplastadas bajo los escombros.
- ¿Nunca habías tenido experiencias de terremoto?
- No así. Pero sí de temblores de baja intensidad. Mis padre es de San Juan (justo de Caucete, que en 1977 quedó destruida por un terremoto). Además allí tengo a mis abuelos.
- Mientras estaban allí ¿qué escuchaban y veían?
- Fue algo tremendo. Escuchábamos gritos por todas partes; el estruendo de las cosas cayéndose; la tierra moviéndose. Y venían hacia nosotros personas heridas. Con un botiquín muy precario que llevábamos, ahí mismo realizamos algunas curaciones. Por suerte allí nos juntamos con un grupo de soldados brasileños y chilenos para ver qué hacíamos...
- ¿Estaban preparados para enfrentar las consecuencias de un terremoto?
- Primero, no teníamos idea de que iba a suceder. Fue una total sorpresa. Pero además no fuimos entrenados para actuar en caso de un terremoto. Incluso cuando llegamos al hospital no estábamos preparados para absorber a tal número de heridos, ya que no era nuestra tarea. Y el hospital de allí estaba totalmente saturado y no tenía insumos. Pero igual hicimos todo lo que pudimos los 46 que éramos. Entre nosotros había muchos que no tenían nada que ver con las prácticas hospitalarias (un total de 18), porque eran técnicos en comunicación o de otra especialidad, pero igual se ocuparon de los heridos. Como no teníamos suficientes camas, pusimos colchones en un patio exterior, y allí se realizaron curaciones e incluso hubo muchas operaciones que realizaron nuestros cirujanos.
- ¿El hospital sufrió algún problema?
-No se pudo sustraer al terremoto. Se derrumbó uno de sus muros. Incluso el quirófano se vino abajo y cayeron los estantes con medicamentos e insumos. Todo fue calamitoso. Igualmente de manera solidaria, unos con otros, salimos adelante y pudimos ayudar a muchos haitianos, a los que para íbamos derivando en función del problema que tenían al hospital. Además, los generadores sufrieron desperfectos y nos quedamos sin luz. Nos apuramos a salir para no llegar de noche, pero llegamos pasadas las 20. Cuando nuestra camioneta estaba por ingresar al hospital, asistimos a una imagen aterradora: montones de personas heridas, con chicos, gritando, llorando, golpeaba nuestro vehículo clamando desesperada que los ayudáramos... Nunca había vivido algo así.
- ¿Cuánta gente atendieron esa noche?
- Aproximadamente, 500 personas. Y entre ellas, una gran cantidad de chicos. Todos hacíamos de todo. Yo además de enfermera estaba en la farmacia suministrando medicamentos que habíamos rescatado de las farmacias que se habían derrumbado.
por Eduardo Juan Bouisson
-------------------------
ebouisson@lacapitalmdq.com.ar

FUENTE:
http://www.lacapitalmdp.com/noticias/La-Ciudad/2010/02/03/134182.htm

No hay comentarios: